Sobre mi.

Mi relación con los libros comenzó a muy temprana edad. Tuve la suerte de compartir habitación con mi hermana Manoli, una autentica devoradora de libros, de esos de tomos gordos y páginas infinitas. Cada noche encendía la luz de la mesita de noche y se dejaba absorber por la lectura de alguna historia romántica o misteriosa. De vez en cuando me invitaba a coger uno de los libros que amontonaba junto a su cama. Yo siempre declinaba: ¡Qué cosa más aburrida eso de leer! ¿Dónde están los dibujos y las viñetas?
Un día todo cambió. El día que acercándose a mi cama me enseñó con mucho misterio un libro nuevo, sosteniéndolo con cuidado, como si se tratase de un auténtico tesoro. Lo puso ante mí y lo abrió enseñándome las páginas repletas de letras escritas en dos colores.
—¡Este libro es diferente! - Me dijo abriendo mucho los ojos para otorgarle más importancia a sus palabras —Y, además, dicen que no tiene fin. Cuando lo lees desapareces del dormitorio y llegas a un mundo diferente.
Sus palabras captaron toda mi atención y me quedé contemplando el libro con un interés desconocido hasta la fecha.
Ese fue el antes y el después. Esa fue la noche que comencé a aprender a volar dejándome llevar por los vientos de la imaginación,  sobrevolando los mares, atravesando continentes, descubriendo otras formas de vida tan diferentes y a la vez tan iguales a la mía. ¡Qué mundo tan hermoso y único, el mundo de las palabras!
Gracias querida hermana, por poner esa noche sobre mis pequeñas manos “La historia interminable” , de Michael Ende.